lunes, 27 de octubre de 2014

Con la pluma y con el sable (de Pío Baroja)

Estamos en Aranda de Duero, en 1820. La guerra de la Independencia terminó hace unos años y España se encontraba bajo el Trienio Constitucional. Fernando VII reinaba y el país se reponía del bache de la guerra de la Independencia. Algunas industrias habían comenzado a florecer de nuevo "...fábricas de hilado y tejidos de lino, de cáñamo y mantelería para el consumo de la comarca; de curtidos, de cerámica,de cordelería,de alpargatas...La agricultura estaba relativamente próspera". Baroja hace también un análisis sociológico de la España de entonces; los liberales son la masa culta, y los absolutistas son el pueblo llano,el clero y los ricos terratenientes apegados a la propiedad de la tierra, a las grandes fincas.
Poco a poco van entrando en liza los personajes principales. Aviraneta,personaje principal, es el corregidor de la villa y el jefe político de una partida de liberales que lucharan en favor de las ideas liberales. Viajará de España a Francia y regresará nuevamente al final de la novela. Entre medias,una vertiginosa cadena de personajes que se nos van apareciendo; masones,militares de carrera, guerrilleros,clérigos...También aparece un viejo loco, algo así como una parodia burlesca del liberalismo a la que se veía sometida esta corriente de pensamiento entre las gentes del pueblo. De este modo, el "Tío Guillotina" personifica la debilidad, la endeble y casi anecdótica plasmación de estas ideas en la realidad política y social del país. 
En el segundo capítulo, Baroja sitúa al protagonista. Viene de Méjico, de Vera Cruz y es arrastrado por las circunstancias dado que se convierte en padrino y protector de Mercedes y de su hija Coro, ambas son madre e hija respectivamente de Ignacio Arteaga. Se instalan en Bayona. Aviraneta ve cumplido su sueño en parte, ya está en Europa y su deseo más inmediato es partir hacia España, donde se cuece la revolución. Los deseos de acción, la moral del personaje encaminada a la "acción por la acción" hacen de él un personaje insatisfecho, inquieto, espoleado por las circunstancias históricas. En España se barruntan ya los movimientos, las intrigas, la formación de clubes masónicos, reverberaciones éstas que traspasan los Pirineos.
En España, como ya dije al inicio, Fernando VII más que reina, intriga y O`Donell, conde la Bisbal está dispuesto a luchar por la revolución. A Aviraneta se le encomienda la misión de enterarse de lo que ocurre en España en aquellos momentos, en Madrid, en Sevilla, en Cádiz...Y cruza la frontera. En Madrid percibe la miserable situación política y social "El pueblo, a pesar de su corto número de habitantes, disfrutaba de diecisiete parroquias, cuarenta y dos conventos de frailes y treinta y dos conventos de monjas. Las calles se veían cuajadas de frailes,legos,demandaderos,y esto,unido a los mendigos, cojos, tullidos, ulcerosos, paralíticos que arrastraban las piernas, mudos que tocaban una campanilla y otros monstruos más o menos pintorescos, daban la ciudad un aspecto trágico y desagradable".El país vive en la miseria, el pueblo pasa hambre, el rey vive sus horas más bajas. Los liberales lo odian y el clero y las facciones más conservadoras lo aborrecen por sus titubeos y su falta de claridad política. Además está rodeado de la camarilla, de personajes mediocres que lo manipulan y lo engañan. Como ejemplo, he aquí a un personaje pésimo, Tatischeff, que entró en negocios entre el gobierno español y el gobierno ruso e incorporó a la armada española unos barcos inservibles, malos negocios desde luego.
Es así cómo durante este breve periplo por estas ciudades conocerá a los protagonistas revolucionarios,Riego,Istúriz, Azanza... así como a damas de la aristocracia. Aviraneta será siempre visto bajo la sospecha, dado que se le ve como a un advenedizo con intenciones no demasiado claras.Estos era militares de carrera y huelga decir que no veían con buenos ojos a los guerrilleros, muy curtidos, sí, pero hombres vulgares, toscos, sin preparación militar y de origen plebeyo. Lo mismo el ocurrirá a Juan Martín, el Empecinado. 
El perfil sicológico de Aviraneta  es un poco a la medida de esta clase de hombres aunque su versatilidad para manejarse con el pueblo llano y personajes de la alta alcurnia no es baladí. Y no se trata de un hombre ideológico sino que es un hombre que se mueve porque sí, ya sea a cara descubierta, ya sea mediante la intriga, pero sin fallar a sus objetivos últimos. Moral buena o moral mala, pero la moral llevada hasta sus últimas consecuencias. Pienso además que su falta de academicismo desata aún más si cabe sus instintos más primigenios o primitivos, siempre latentes. Su voluntad se halla despojada de cualquier clase de grillete que puede refrenar su voluntad, su inequívoca determinación. Veo en este personaje el "modelo barojiano" un poco alejado de otros modelos más contemplativos como el Fernando Ossorio de aquella otrora y sublime novela titulada "Camino de perfección". Me atrevería a decir además que Aviraneta es el contra-personaje de Fernando Ossorio por ejemplo. Mientras aquel busca la acción, la lucha, la consecución de unos ideales, el otro busca una realidad despojada de toda acción, una realidad desnuda. Más que ir en busca de la acción, rehúye de ella; más que provocarla, la amansa y como un barco a la deriva,maltrecho y zaherido por las corrientes de la vida, lo llevan a un reclutamiento, a una insólita y solitaria contemplación de la Naturaleza y del Arte.
Un poco desilusionado por sus andanzas por el sur, vuelve a Aranda. Las partidas liberales hacen maniobras en la plaza de Aranda del Rey,desfilan, se forman los cuadros y las unidades, ya sean de infantería ya sean de caballería. Baroja es realista en este punto y he aquí una vez más su escepticismo ante la vida,ante la visión del mundo tan ligado a su pensamiento que tenemos oportunidad de conocer por medio de las descripciones sicológicas de los personajes que integran estos ejércitos casi improvisados y nacidos de la pequeña burguesía principalmente. Alejados de otras narraciones en las que los ejércitos se nos presentan formados por hombres graves y valerosos, henchidos de heroísmo en cuyas charreteras rebrillan las medallas y las distinciones y otras condecoraciones casi hasta los pies, es el ejército arandino un ejército real, creíble. Es el paisanaje azoriniano pero llevado a lo estrictamente castrense y militar de la época. "Entre ellos [los oficiales] se distinguía el señor Castrillo,el farmacéutico,hombre amable,gran jugador de dominó y de ajedrez,liberal tibio y algo volteriano,que se reía de si mismo al verse vestido con uniforme y morrión..." 
La desafección por el liberalismo entre las capas más desfavorecidas, entre el pueblo llano no sólo era ideológica. Baroja muestra además de esa actitud escéptica que comentábamos antes, un profundo pesimismo en el triunfo de la revolución en España. En mitad de la pobreza atávica de los pueblos de Castilla - quizá leves atisbos de recuperación tras la guerra de la Independencia- la situación económica de las comarcas rurales españolas era paupérrima. En los capítulos VI,VII Y VIII del libro se nos aparece el pueblo de la Vid en el que existe un monasterio premonstratense. Aviraneta y los suyos -Diamante, Lebrel, Jazmín- reciben la orden de realizar un inventario de todos los bienes del monasterio a lo que se opone una gran parte de los lugareños y es que de una manera o de otra todo el pueblo se beneficiaba de las tierras monacales y sacaba provecho de ellas. La propiedad de la tierra es una vez más un obstáculo para la modernidad y el progreso de las ideas liberales en España.
La Vid será el escenario además de una emboscada por parte del cura Merino pero una vez más la audacia y originalidad de Aviraneta se pondrán a prueba y saldrán indemnes del lance. Entran en la iglesia y de un "spollarium" sacan a un San Martín al que  harán pasar por Aviraneta. A este santo de madera lo hacen montar a un caballo sujetándolo firmemente con una cuerdas de esparto. A continuación lo visten con una capa vieja y un sombrero y lo hacen salir de la iglesia, tras lo cual, los emboscados disparan pero Aviraneta y los suyos replican los disparos hiriéndole y haciéndole preso a uno de ellos.
Aviraneta es además un héroe romántico. La novela nos desvela su lado más humano cuando entra en amores con Rosalía, hija de un juez amigo de Aviraneta. Pero el elemento clerical, un obstáculo más en el camino que frena cualquier intento de progreso, se interpone una vez más en la trayectoria del protagonista. Y es que un cura, Víctor, se introducirá en la casa de la familia e irá introduciendo subrepticiamente un clima hostil contra él por sus ideas liberales y por sus conspiraciones políticas. Nona, la madre, le confinará a que tome una determinación: o Rosalía o nada. Aviraneta se opondrá tajantemente a abandonar su medio, la acción, se resigna a ello. Una vez más fiel a sí mismo determinado por su voluntad. Esta decisión no supone el abandono de sus propósitos afectivos e intentará una vez más jugar sus cartas.Sin embargo, Rosalía contraerá matrimonio con un joven rico y acaudalado de Aranda.A su vez, su hermana Teresita sucumbirá a una honda religiosidad a pesar de que sus ansias de conocimiento prometían una proyección relevante en cualquier otro centro de sabiduría o de ciencia, bien en Madrid o incluso en cualquier otro lugar de Europa. Finalmente Teresita ingresará en un convento. Vemos pues, una vez más,la mano del cura Víctor moviendo los hilos del destino de toda la familia. El estamento religioso ganaba adeptos e influencia como reacción contra el liberalismo y se infiltraba con sigilo en la vida de las familias más pudientes de los núcleos rurales. El relieve sentimental de Aviraneta también saldrá a la palestra cuando Soledad, una chica aún joven,salga en búsqueda de éste. Soledad, hija de un padre muy férreo e intransigente, busca la protección de Aviraneta. Sus virtudes y valores, rectos e indelebles a las circunstancias siempre cambiantes y a las veleidades del espíritu son una garantía para Soledad. Piensa que Aviraneta la guarnecerá de las adversidades. Al poco tiempo, viajarán juntos a París no sin antes pasar por Madrid donde conocerá de primera mano a la alta y atrabiliaria aristocracia tanto madrileña como parisina. Poco a poco se infiltrará en la corte, asistirá a las reuniones, a los cenáculos de la alta sociedad.
Pero hasta entonces Aviraneta deberá vérselas con el cura Merino y con sus huestes. Aquí el anfiteatro de la guerra civil son las regiones de Lerma, Santo Domingo de Silos, Hontanar del Rey...Son las partidas de los facciosos siempre mutantes entre el paisaje, o entre la población rural (el paisanaje) siempre pasiva y algo connivente, desde luego favorable a los absolutistas. Es en este momento cuando el Empecinado entrá en la novela y ya hasta el final, el Empecinado y Aviraneta lucharán juntos. O'Donell, conde de la Bisbal entrará en liza y será el elemento aglutinador ante la desunión manifiestamente torpe y poco efectiva desde un punto de vista estratégico y militar. Cabe destacar la inoperancia del monarca Fernando VII en estos asuntos, siempre adulador e inoperante y que en estos asuntos no lo va a ser menos. En este punto, Baroja condena en más de una ocasión a lo largo de la novela, la costumbre tan repetida en España de poner en los escalafones superiores a gente mediocre, vulgar,zote y abajo, los militares siempre más válidos, arrojados, útilmente valerosos en los oficios del matar y en los modos de llevarlos a a cabo siempre con las carencias y limitaciones inherentes en aquellos ejércitos del XIX..."Era una de estas disposiciones clásicas españolas, la de poner a las órdenes de un botarate miserable como Montijo,adulador del rey,delator de los liberales en 1814, a un hombre valiente y heroico como el Empecinado."
La preocupación noventayochista de Baroja se deja sentir en estas memorias,como en todas las novelas barojiana Copio un párrafo ilustrativo de este hondo sentir por el postergamiento de las ideas liberales que no terminaban de cuajar en el suelo patrio..."Se hizo una suscripción voluntaria para plantar árboles en los bordes de las carreteras, y el jefe político, Aviraneta y otros varios dieron cada uno quinientos reales y se comenzó la plantación en Arauzo de Miel; pero los primeros arbolitos puestos fueron enseguida arrancados." 
En los pueblos se formaron batallones, alguno llamado "Batallón de la Fe" y hubo juntas apostólicas.
Era frecuente en esta época la formación de sociedades, de clubes, de grupos masónicos que ocuparonn todo el espectro ideológico posible. Una de las más destacadas era la Fontana de Oro. Aviraneta era renuente a todas aquellas logias portadoras de un simbolismo exagerado y excesivamente alambicado que no casaba todo ello demasiado bien con su carácter espartano.Todo aquel envoltorio de ritos, de procedimientos ampulosos eran accesorios,poco prácticos. Aparecen entonces los Carbonari, un grupo masónico procedente de Italia. De los Carbonari descendieron más tarde los Comuneros, más acorde con el simbolismo español y caballeresco. En la parte de los absolutistas abundaban como setas varias sociedades secretas. Entre ellas, que englobaban bajo sus organizaciones todo el abanico posible de los conservadores, se encontraba el "Ángel Exterminador" nombre ilustrativo del carácter fanático e intransigente de sus ideas. Todos ellos tenían también a su servicio numerosos periódicos y publicaciones. La Gaceta era de los liberales donde podían conocer todas las evoluciones del liberalismo en toda Europa. En el lado más conservador y aboslutista se podían encontrar periódicos como El Espectador, el Imparcial...
Tras Madrid,llega París donde Aviraneta comienza a recopilar toda la información relativa a la situación en Francia. Son los años en los que en Francia corren rumores de una posible intervención por parte de la Santa Alianza para instaurar nuevamente la monarquía en Francia. Existen allá numerosos refugiados españoles que huyeron a Francia tras la restauración de Fernando VII.
En Francia se hallaban refugiados absolutistas o realistas y estaban subvencionados por el Rey Luis XVIII. Estaban divididos según fueran más o menos clericales.
Por un lado estaban los más ilustrados encabezados por Mataflorida y el resto estaba con Francisco de Eguía que eran los más clericales. Son grupos que están preparados para volver a la guerra una vez que Francia declare la guerra a España.
Baroja no olvida el paisaje en medio de tanta intriga, del ambiente de conspiración, de las circunstancias siempre tan convulsas en la que se encuentran los dos países. Una vez más nos describe el paisaje amueblado y risueño de la campiña francesa, envuelta en el orden y la limpieza, en una naturaleza domesticada, impoluta en contraposición con la siempre áspera, monótona, Castilla. Incluso las ciudades no escapan a la brocha narrativa del escritor y se nos presentan impecablemente burguesas, inmiscuidos sus habitantes en sus oficios, siempre silenciosos y diligentes a veces interrumpido por el ruido de una barrica que se desliza por los adoquines, el olor de la cebolla que se escapa de una tahona en la que trajina un cocinero, la bronca de un carnicero a su proveedor de todos los días quizá por una entrega a destiempo... Una bella descripción de las chimeneas y su variedad de estilos que desde la habitación vislumbra el protagonista copio a continuación..."Desde allí arriba se veía un panorama de guardillas y de tejados y un bosque de chimeneas de todos las clases, de ladrillo,de barro,de hierro, agrupadas como tubos de órgano,aisladas,torcidas,derechas,en zigzag,terminadas en caperuzas,cascos,mitras, morriones, sombreros de teja,sombreros de obispo y gorros de dormir". 
La novela acaba con todo su lirismo. Etchepare, un familiar de Aviraneta ha muerto ya en su casa de Bidart. Baroja canta los otoños vascos "lluviosos y templados" y describe el jardín ya solitario, huérfano con un sentimiento de nostalgia y mientras da unos pasos por sus senderos leemos "Al pasear por aquellos caminos,Aviraneta comprendió el gran amor del viejo Etchepare por la tierra, su culto vagamente panteísta por las hierbas,los árboles y las flores".

miércoles, 8 de octubre de 2014

Alas de mariposa

Yo apenas supe discernir una mariposa de otra. A golpe de observar sus evoluciones en el aire, de apreciar no solo los diferentes diseños de sus alas sino su variedad de formas, de asociar sus siluetas con las proximidades del cauce de un río o con praderas soleadas o con promontorios siempre escarpados concluí reconociendo algunas de ellas. De este modo aprendí que unas especies prevalecían sobre otras asociándose  a una vegetación específica que favorecía la preponderancia de una especie sobre otra. Y que el tipo de vegetación, —esto ya lo sabía—, varía de un lugar a otro incluso emparentados en su cercanía. Yo apenas conocía más allá de la Vanesa o la tan mentada Macaón, ésta última porque la pusieron de moda los periódicos locales desde que se tuvieron noticias de su existencia en los entornos lacustres de mi ciudad, Vitoria-Gasteiz.
Pavo real (Inachis io)
Sin embargo, tirando del hilo que iba desmadejando el ovillo, cada nuevo hallazgo o cada nueva especie que descubría me llevaba a la siguiente y así sucesivamente. Di con mariposas que, a pesar de sus coloraciones tan dispares, guardaban semejanzas en sus fisonomías, es decir, algunas eran netamente semejantes entre sí pero diferían luego grandemente en color y tamaño a pesar de que guardaban ciertas similitudes que me hacían pensar que de alguna u otra manera compartían un parentesco más que evidente. Con la primavera llegaron las primeras y allá por el mes de mayo comenzaron a asomar algunas de ellas. Las plantas aún no mostraban su floración y es por ello que las especies eran escasas. Pienso que aquellas pioneras de la primavera fueron no solo las más audaces sino las más rústicas y arrojadas porque el sol tímido y vergonzoso parecía acunarse entre las nubes como aquel recién nacido que esconde su ojuelos bajo el sayal de su nodriza...Luego a medida que la primavera descorrió el verano llegó la batahola de mariposas orquestales, festivaleras, multicolores...Eran una colección de retales fulgurantes que vibraban al compás de los días soleados. Estas demostraciones sólo remitían cuando las nubes se interponían allá arriba y entonces las mariposas plegaban velas y solo entonces volaban allá abajo, entre la vegetación espesa, agazapadas (como gazapos) o como lebratos huérfanos de calor. Me encandilaron sus colores, sus maneras de volar ¡planeos incluidos! sus caracteres; unas mansas y quietas, otras desconfiadas y levantiscas. Una veces se posaban en sus plantas nutricias, abriendo y cerrando sus alas espasmódicamente, como las valvas de un molusco. Me llevaron estas observaciones a hacerme con buenas guías relativas a los insectos lepidópteros (grupo que las engloba) y compartí algunas lecturas y conocimientos de la mano de algunas guías de la editorial Omega que compré en algunas librerías ya casi prontas al cierre y que descansaban allí, en la penumbra del olvido y entre el polvo siempre algo pudoroso. Allí se me revelaron los entomólogos (de la época de cuando Checoslovaquia como ya digo) pero que guardaban y guardan todo el conocimiento francamente actualizado, válido aún y nada deslucido a pesar del tiempo —y del cambio climático. Leo en estas cubiertas los nombres de los autores checoslovacos Ivo Nóvak y un tal Frantisek Severa así como un libro más pegado a nuestra provincia de Álava cuyo título "Mariposas diurnas de Álava" es un libro que despierta el interés por la cercanía. Aquellos libros fomentaron mi curiosidad avivada todavía más por sus denominaciones tan pintorescas que reciben muchas de ellas en los diversos idiomas y procedencias de toda Europa. Entre estos nombres tan peculiares puedo citar la “nazarena”,la “topacio, la “lunares de plata”, la “cejialba” o la “hechicera”, nombres vernáculos todos ellos que llevan implícitos comportamientos o características morfológicas que les son propias y que además portan en sí un conocimiento o sabiduría popular depositada en los arcanos de la Historia. La misma Historia que nos relata que el gran novelista ruso Nabókov fue,antes de nada, un ferviente admirador de estos insectos.

Una mariposa de la familia de los Hespéridos
Postura típica con las alas abiertas de una Vanesa de los cardos captando el calor del sol
Lobito agreste (Pyronia thithonus)
La Mariposa de la col es muy común en las huertas
Ícaro (Polyommatus icarus)
La medioluto (Melanargia galathea)
La tornasolada chica (Apatura ilia)