sábado, 17 de mayo de 2014

El parque de Arriaga (2ª parte)

4.- ÁRBOLES Y SÍMBOLOS Los árboles han servido de símbolos por la admiración y veneración que los humanos han sentido por ellos. Por sus grandes dimensiones, por ser una fuente permanente de riqueza y alimento, por procurar sombra y cobijo, por su longevidad testigo de varias generaciones de personas, han pasado a formar parte de nuestra cultura en forma de leyendas, mitos y creencias. La verticalidad de los árboles ponía en contacto ambos mundos; el cielo y la tierra. Bajo la sombra de los robles vascos se celebraban consejos o “batzarrac” que se transformaban en leyes no escritas pero de obligado cumplimiento. El tejo es el centro del calendario celta porque es el testigo inmutable del paso del tiempo, quizá por su longevidad. Para el poeta Ovidio el camino al infierno estaba "admirablemente" adornado  por estos longevos árboles. De la misma manera que el tejo es el árbol venerado por los pueblos del norte, el ciprés es el árbol sagrado y mitológico de los pueblos del ámbito mediterráneo. El ciprés estaba consagrado al dios Hades de los griegos. Hades era también el mundo subterráneo de las profundidades, rico en minerales y metales preciosos.Según la mitología griega, allí descansaban los muertos aunque les fuera permitido regresar al mundo de los vivos para "arreglar sus cuentas". Hades o Plutón para los romanos, les cedía un casco que les otorgaba el don de la invisibilidad y podían resarcirse así más fácilmente de sus enemigos. Después debían retornar al Hades. La mitología celta y clásica gira continuamente entorno a los árboles.O antiguas creencias de carácter pagano como que ahuyentaban a los rayos o protegían las haciendas de las tormentas. ¿Es por ello que existe un ejemplar de laurel junto a la ermita de San Juan? Julio César tenía siempre a mano una corona de laurel para ahuyentar al rayo, y así un montón de ejemplos más.


La Acacia de tres púas (Gleditsia triacanthos) posee estas peculiares legumbres que asemejan jirones de cuero retorcido aunque brillante y lustroso. A sus semillas se las oye en su interior cuando el viento las agita. 

Las catalpas (Catalpa bignonioides) proceden de América del Norte. Un árbol al que hemos denigrado y vejado. Lo trajimos para embellecer nuestras calles y ahora lo aborrecemos injustamente. En la imagen las legumbres, muy largas,se mantienen en el árbol hasta bien entrada la primavera. Es una imagen muy invernal la de estos árboles con las ramas desnudas y algo desoladas. 

Las vainas ya abiertas de las catalpas se amontonan en las márgenes de las sendas del parque en la primavera tras haber permanecido durante el invierno sobre las ramas de los árboles.

5.-LOS HAYAS: HABERLOS, HAYLOS Me refería  al carácter norteño del parque de Arriaga. Entonces es el lugar apropiado para los hayas. Según reza una sentencia popular “El haya, los pies secos y la cabeza mojada”. Esto nos quiere indicar que por su ubicación en laderas con cierta pendiente y una fuerte infiltración del agua en el sustrato hace que deba suplir esta carencia de humedad constante en el suelo con una fuerte humedad presente en el aire, lo que le procuran las nieblas tan presentes en las altitudes medias y altas de nuestras cordilleras. Las márgenes de las hojas de estos árboles de carácter un tanto mágico están recubiertas de una pilosidad que “atrapa” al agua condensándola y vertiéndola como si se tratara de pequeños canalones, hacia el suelo. Los hayas fueron aquí plantados por los jardineros pero se han habituado al entorno de nuestras ciudades por su afán generoso, tal es la cualidad de los árboles y de la Naturaleza.
En el parque podemos observar el haya común, y dos variedades de jardinería: el haya de hojas púrpura y el haya llorona de ramas caedizas. Haberlos, haylos.


No obstante, no los confundamos con los ubicuos y muy estimados ciruelos mirabolanos...



 

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