viernes, 11 de abril de 2014

Mi reina sin trono: la tórtola turca

La tórtola turca es una de mis aves preferidas. No es ninguna rareza, lo sé. Quizá no sea demasiado tolerada por muchos. Es una tórtola que ha logrado expandirse en apenas tres décadas por toda Europa. En España fue avistada por primera vez en 1.960 en Asturias y actualmente las poblaciones españolas siguen aumentando.Apenas un reducto en Asia menor y Turquía eran sus localizaciones tempranas. Es un caso sorprendente. No lo confundamos con una colonización o invasión fruto de los escapes deliberados por parte de aficionados ni tampoco de criadores de aves exóticas.
No está catalogada tampoco como especie invasiva ni exótica puesto que su expansión ha sido natural y espontánea.

Es una tórtola algo más grande que nuestra tórtola migratoria, la tórtola europea. Presenta una coloración cenicienta por todo el cuerpo, aunque debido a los cruzamientos con la tórtola de collar, la que vemos en los aviarios, algunas presentan matices intermedios.La cola es larga, blanca en la parte inferior y ribeteada de negro. El anillo que bordea su nuca es muy característico, invisible en los ejemplares más jóvenes. En ocasiones presentan una coloración rosácea muy pálida en el pecho y en la cabeza.

En el pueblo de Lasarte (Álava-Araba) las tórtolas turcas son abundantes
En Vitoria las podemos ver prácticamente en todos los jardines de la ciudad aunque siente una predilección especial por los parques más alejados del centro urbano. Su hábitat predilecto son los pueblos cercanos y todas aquellas áreas humanizadas cercanas a la ciudad. Son muy querenciosas de algunos lugares. Los cipreses u otras coníferas de follaje tupido y siempreverde les brindan protección y cobijo. Se alimentan además de las semillitas de estos árboles, auscultando los piñones al alcance de ellas. En todo caso he visto cómo en algunos balcones aledaños a áreas ajardinadas, los vecinos las alimentan en los alféizares de las ventanas. No dudará en acudir allá donde la ofrezcan una migas de pan o unos granos de trigo.

—¡Mira,mira, fíjate que palomita tan curiosa! Y parece tan tímida...Le daré unos granitos de alpiste, a ver si se los come...

Quizá por su gracilidad y esbeltez, por su parsimonioso caminar en el suelo, donde se posan con mucha frecuencia me resulte una paloma elegantísima.

Su voz es un arrullo destemplado, trémulo y algo triste, repetido varias veces desde una antena o desde la copa de un ciprés o desde un cable telefónico "uuu...uuu...uuu..." irrumpido con una sílaba inicial ascendente.Si no fuera porque la escuchamos temprano al amanecer pensaríamos que se trata de un cárabo...

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