martes, 29 de abril de 2014

La Naturaleza en el cementerio de Santa Isabel

Los cementerios son unos lugares especiales. Son lugares que apenas había visitado alguna vez. Son el lugar al que desembocan los muertos, ya amortajados, yacentes, callados. Son la culminación de un rito religioso y puestos allí, descansan mirando al cielo tapados por losas de piedra que los separan de los vivos.
Pero los cementerios vistos como esa colección de muertos que alberga son además ricos ecosistemas, universos de vida compuestos por multitud de constelaciones biológicas que giran a su alrededor. La posición cambiante de la Tierra con respecto al Sol, su vagabundaje en derredor suyo y a su vez el de la Luna con respecto a nuestro planeta diseñan el paso de las estaciones y de este modo imprimen sus improntas, sus regímenes de lluvias, de sequías, de vientos y de heladas. (Este movimiento celeste es pues el encumbramiento de unos a costa de los otros, y así sucesivamente. Y la prueba de ello es el retablo celeste que se manifiesta en el cielo nocturno, cuando unos planetas brillan inusitadamente a expensas de los que, escondidos o avergonzados de su postergamiento, esperan su rehabilitación y brillen ufanos otra vez.)
Qué mejor tributo o qué mejor frase para un epitafio que una flor (Malva loca)
Al hombre la muerte se le escapa, se le antoja difícil de comprender. La ausencia, la pérdida, la soledad son los rasgos inequívocos de la muerte, de su obstinada presencia, de su terca perdurabilidad que nos acompaña, que nos aflige, que nos demuda. Pero pienso que en la tristeza que sentimos por aquel que amamos, envueltos en esa pesadumbre que nos ahoga, reside el misterio de la íntima relación entre la vida y la muerte. La tristeza me sugiere ese tránsito, ese camino frágil y difuso que nos conecta con el amor y recordamos de esta manera, redivivos, a los que se fueron y ya no están. 
La tristeza es entonces ese sentimiento tan re-conocido por nosotros porque lo sentimos en momentos de soledad, de diálogo íntimo, en el silencio y al margen de los demás.

La muerte es infranqueable, es el último peldaño. Sin embargo es la condición necesaria para que la vida continúe.

Lápidas, sepulturas, mausoleos,catafalcos...Y los líquenes y los musgos adheridos a las piedras, desgranándolas poco a poco, como si el tiempo o mejor dicho, el paso del tiempo se convirtiera en un instrumento o una herramienta a su servicio que esculpiera sobre los nichos, como un buril, el nombre y los apellidos del difunto y seguidamente, la fecha en la que dejaron de existir.

El silencio y la quietud prevalecen sobre el tráfago urbano. El canto de los herrerillos "brrreeeche-che-che-che", el fagot de los mirlos, el zureo desapacible de las tórtolas y el parloteo estridente y agudo de los estorninos es lo único que puedo oír. Y el rumor del viento que las ramas de los cipreses ejecutan, haciéndolo pasar por entre sus ramas, como los dedos por entre las cuerdas de una guitarra...

Las cuadrículas tan geométricas en las que se haya organizado el cementerio hacen posible caminar por sendas rectas, a través de las cuales, medir los pasos es casi obligado porque los que allí yacen nos recuerdan que cada paso que damos es un paso de menos en nuestra existencia. Sin embargo esta geometría que comentaba me procuraba una perspectiva de nichos alineados y rematados en su mayoría por cruces superpuestas, amontonándose progresivamente, desacralizándose. Las borduras de los bojes ¡huelen tanto a boj! democratizan a la mayoría, es el boj secularizado por todos, ricos y pobres, es el común remedo de la muerte.
Caléndulas 
 Existen mausoleos presuntuosos, algunos, por qué no decirlo, cargados de una excentricidad llamativa, con un regusto esotérico que no casa tan bien con la liturgia cristiana, como si el mandato de la familia fuera conjugar sus ansias de riqueza y éxito en esta vida con las exigencias teologales prescritas por el Evangelio. Sin embargo existen otras más modestas que parecen casi improvisadas y excavadas con una pala. Parecen túmulos de tierra. Son las más humildes aunque las más bellas. En éstas la naturaleza ha encontrado la alternancia, la reciprocidad para subsistir y salir adelante. Quién sabe si, aprovechándose de las imperfecciones del féretro (si es que existiera), se hubo colado por entre los intersticios de las junturas mal claveteadas por el carpintero de turno y haya encontrado allí el beneficio de lo orgánico y, a cambio, gratificada y agradecida, embellece cada primavera con estallidos de color y de vida renovada, postrándose a la memoria y al recuerdo para regocijo y admiración de los amigos y familiares que los visitan e hincan allí sus rodillas, en la tierra húmeda.

Pensando estas cosas después de unos días de visitar el cementerio de Santa Isabel, me propuse escribirlas en esta bitácora como prefacio a otro que le seguirá y en la que la protagonista principal será la Vida.

sábado, 19 de abril de 2014

"¡Ay, mi Florida...! Cántenla...

...quienes puedan o sepan, con sus jardines coloridos, con sus arriates deslumbrantes de vario matiz; con sus efectos de visualidad maravillosa; con el correr de las aguas deslizándose quedas o saltando con estrépito por entre la loba de la cascada donde se enredan, brotando gayos, rosas y lirios; con sus pinos enhiestos; con sus castaños seculares..."

Con estas frases de palabras algo ampulosas y con ese lenguaje decimonónico tan de la época es cómo Herminio Madinabeitia le dedicaba a la Florida un artículo en un diario de la ciudad en 1926. Por aquella época la Florida ya estaba florida, adornada,ataviada de primavera con la profusa floración de estos árboles: los castaños de Indias. Fueron traídos algunos desde el paseo del cuarto de hora; otros fueron trasladados desde la calle adyacente del Canciller Ayala, otro personaje alavés, cuando crecieron demasiado y las quejas de los vecinos obligaron a su traslado.

Son los castaños de Indias representantes de un género que engloba varias especies distribuidas por América del Norte, Asia y Europa. El castaño de Indias es originario de los Balcanes,Grecia y se extiende incluso hasta el Himalaya. Nada tiene que ver con el Castaño europeo, que pertenece a otro género diferente que engloba a las fagáceas (robles,hayas y castaños)

Es un árbol muy ornamental desde un punto de vista paisajístico. Si crece aislado y con suelos profundos y bien drenados aunque no excesivamente húmedos, alcanza un porte y una belleza grandes. Le gusta la luz, los entornos soleados, aunque en los primeros estadios prefiere la sombra para prosperar, algo que hace con rapidez los primeros años de crecimiento. Luego, con la edad, su crecimiento se ralentiza bastante.

Los racimos son terminales (A. hippocastanum)
Es muy típico de este árbol el tamaño de sus yemas, marrones y brillantes por la resina que las recubre, engordando a medida que avanza el invierno. Las hojas son compuestas y constan de entre 3-7 folíolos. Al brotar llevan adherido a sus hojas una lanita herrumbrosa o rojiza muy característica. Los pecíolos son largos y se disponen opuestos a lo largo de las ramillas.
Las flores algo olorosas se agrupan en racimos o tirsos, según el término empleado por el botánico Ruiz de la Torre en su obra "Flora mayor". Los pétalos son blancos, papiráceos, con manchas amarillas o rosáceas para llamar la atención de los insectos. Los estambres son muy vistosos como pestañas muy maquilladas.

Flores pertenecientes al híbrido Aesculus x carnea
Los frutos son cápsulas espinosas en cuyo interior se almacenan uno o dos semillas,las "pilongas" recubiertas por una piel brillante,lustrosa, correosa, con un ligero veteado y con una mancha circular cerosa de color blanco que desaparece al frotarla.

Curiosamente es una especie muy poco atacada por los insectos según coinciden en afirmar varios autores. Sin embargo es muy frecuente en estos árboles el marchitamiento prematuro apreciable en los márgenes de las hojas ("socarrado") durante los veranos demasiado secos y calurosos, cayendo sus hojas al suelo finalizando el verano, algo que podemos comprobar en los ejemplares más expuestos del parque de la Florida.



Comparativa de las hojas.A la izquierda el Aesculus hippocastanum y a la derecha A. x carnea

Vellosidad herrumbrosa en las hojas muy característica al comienzo de la foliación

Los castaños procuran una sombra densa y abundante
Las castañas pilongas servían para sanar el asma de los caballos otomanos

jueves, 17 de abril de 2014

Lluvia de oro

El borne o lluvia de oro es un árbol que tiene un valor paisajístico innegable. No hay más que patear las calles de Vitoria o de media Europa, sobre todo en la Mediterránea, para asentir esta afirmación.
Es un arbolito que no alcanza más allá de unos pocos metros, aunque si encuentra la oportunidad no se queda a la zaga.
Ejemplar muy ramificado debido a un recepado intenso en el parque de Arriaga
En los parques de Vitoria los encontramos aislados o en grupos de dos o tres ejemplares pero es frecuente en todos ellos. Los árboles también quieren sus momentos de gloria y de lucimiento y la primavera y las estaciones sucesivas reparten los boletos que establecen los turnos para que no haya piques excesivos entre los concursantes y es entonces en el mes de abril cuando le toca a nuestro amigo el Lluvia de oro.

Es un árbol de hoja caduca.Sus hojas son trifoliadas, en grupos de tres. Cada folíolo es elíptico. Son de un verde más pálido por el haz y llevan impregnada una pilosidad similar a la seda y que también se nota en los ramillos. Las hojas compuestas tienen un pecíolo largo aunque su longitud nunca supera a la de la hoja. 
Las flores se agrupan en largos racimos colgantes que se mueven con la menor brisa o movimiento del aire. Éstas nacen en las axilas de las hojas. La corola tiene forma de mariposa. Las flores son de color amarillo intenso en ocasiones aunque las hay también de un amarillo pálido.

Fijaos cómo se distribuyen alternos los pedicelos a lo largo del racimo
Los frutos son legumbres que se disponen también en racimos, y tienen la apariencia de ristras de ajos secos puestos a secar. Maduran  en el otoño y se mantienen en el árbol todo el invierno, solapándose con la foliación que tiene lugar en la temporada siguiente. Las semillas son marrones o negras, arriñonadas.

Legumbres con sus semillas 
Según leo en el libro de Ginés López titulado "Guía de los arboles y arbustos de la Península ibérica este árbol "...aparece asilvestrado en setos,matorrales, lechos pedregosos de los ríos,etc,hasta unos 1200 metros de altitud, sobre todo en las proximidades de sitios habitados o junto a los caminos."

Se ha esparcido por gran parte de la Península, debido a su empleo como ornamental, estando presente en Andalucía, Aragón, cornisa cantábrica, Levante...

Su madera es muy dura, apreciada en la fabricación de instrumentos musicales y piezas destinadas a su incrustación en otros enseres u objetos más grandes como tocadores o tableros de ajedrez. De ahí que su madera rica le haya valido el nombre también a este árbol como de Falso ébano.


Hoja tri-foliada de un ejemplar en el parque de Arana (Vitoria-Gasteiz)

Aspecto de la corteza

viernes, 11 de abril de 2014

Mi reina sin trono: la tórtola turca

La tórtola turca es una de mis aves preferidas. No es ninguna rareza, lo sé. Quizá no sea demasiado tolerada por muchos. Es una tórtola que ha logrado expandirse en apenas tres décadas por toda Europa. En España fue avistada por primera vez en 1.960 en Asturias y actualmente las poblaciones españolas siguen aumentando.Apenas un reducto en Asia menor y Turquía eran sus localizaciones tempranas. Es un caso sorprendente. No lo confundamos con una colonización o invasión fruto de los escapes deliberados por parte de aficionados ni tampoco de criadores de aves exóticas.
No está catalogada tampoco como especie invasiva ni exótica puesto que su expansión ha sido natural y espontánea.

Es una tórtola algo más grande que nuestra tórtola migratoria, la tórtola europea. Presenta una coloración cenicienta por todo el cuerpo, aunque debido a los cruzamientos con la tórtola de collar, la que vemos en los aviarios, algunas presentan matices intermedios.La cola es larga, blanca en la parte inferior y ribeteada de negro. El anillo que bordea su nuca es muy característico, invisible en los ejemplares más jóvenes. En ocasiones presentan una coloración rosácea muy pálida en el pecho y en la cabeza.

En el pueblo de Lasarte (Álava-Araba) las tórtolas turcas son abundantes
En Vitoria las podemos ver prácticamente en todos los jardines de la ciudad aunque siente una predilección especial por los parques más alejados del centro urbano. Su hábitat predilecto son los pueblos cercanos y todas aquellas áreas humanizadas cercanas a la ciudad. Son muy querenciosas de algunos lugares. Los cipreses u otras coníferas de follaje tupido y siempreverde les brindan protección y cobijo. Se alimentan además de las semillitas de estos árboles, auscultando los piñones al alcance de ellas. En todo caso he visto cómo en algunos balcones aledaños a áreas ajardinadas, los vecinos las alimentan en los alféizares de las ventanas. No dudará en acudir allá donde la ofrezcan una migas de pan o unos granos de trigo.

—¡Mira,mira, fíjate que palomita tan curiosa! Y parece tan tímida...Le daré unos granitos de alpiste, a ver si se los come...

Quizá por su gracilidad y esbeltez, por su parsimonioso caminar en el suelo, donde se posan con mucha frecuencia me resulte una paloma elegantísima.

Su voz es un arrullo destemplado, trémulo y algo triste, repetido varias veces desde una antena o desde la copa de un ciprés o desde un cable telefónico "uuu...uuu...uuu..." irrumpido con una sílaba inicial ascendente.Si no fuera porque la escuchamos temprano al amanecer pensaríamos que se trata de un cárabo...

jueves, 10 de abril de 2014

El falso ciprés de Lawson

El ciprés de Lawson pertenece a la familia de la cupresáceas. Las cupresáceas se engloban en otro grupo de plantas todavía mayor: las coníferas. Es por tanto un árbol que no tiene flores propiamente dichas sino conos. De ahí la palabra conífera. Los conos tienen la particularidad de tener los sexos separados, conos masculinos por un lado y conos femeninos por el otro.
Otra particularidad extensible a todas las coníferas: las flores son nada vistosas, apenas son perceptibles si no nos fijamos en ellas, ni para los insectos polinizadores. De ahí su alianza con el viento. ¿Y en qué consiste esta alianza o pacto? En que sus conos masculinos van a albergar una cantidad inmensa de polen que el viento se encargará de empujar hasta los conos femeninos para polinizarlas.

El ciprés de Lawson es un árbol muy ornamental por su follaje tupido, siempreverde y su porte cilíndrico. Proviene de América del Norte, hacia la costa oeste del Pacífico. Requiere un clima húmedo, con lluvias repartidas a lo largo de todo el año y suelos húmedos y profundos. En ese caso, el estiaje lo tolera bien. Si se pierden algunas de estas características, el árbol pierde valor ornamental y la guía del árbol se seca.

Sus hojas son escamosas y los ramillos son planos que tienden a inclinarse hacia abajo, lo que le da al ciprés un aspecto llorón, pero muy elegante. Florece en primavera y los conos masculinos son terminales, carmesíes o de color rojo. Son diminutos y apenas miden 3 o 4 mm. Cuando maduran entonces amarillean y es cuando liberan el polen en cantidad. Las piñas cuando son inmaduras son casi esféricas, también diminutas, de color verde azulado. No son tan numerosas y se sitúan en la parte anterior de las ramitas.Una vez maduras se perciben mejor las escamas y en cada una de ellas se encuentran dos semillas.

Un bosque de cipreses de Lawson en el puerto de Barazar
El ciprés de Lawson si crece aislado es muy elegante y su porte gana puntos. En el País Vasco forma bosques muy densos de un cierto valor estético y paisajístico aunque están destinados a la producción maderera. Es también muy plantado como ornamental en muchos parques de Vitoria-Gasteiz.

Su follaje da lugar a un ambiente muy umbroso en su interior. Notad las líneas de plantación.

Conos femeninos ya maduros o gálbulos

Ejemplar en el parque de la Catedral Nueva de Vitoria-Gasteiz

Inflorescencias masculinas. 10 de abril de 2014

Conos femeninos. 10 de abril de 2014

La Florida y sus geografías

Visitamos en el día de ayer el parque de la Florida. Muchos árboles, la mayoría, aún no habían florecido ni tan siquiera mostraban aún sus hojas. Sólo algunos de ellos, algunas coníferas como el tejo o como los cipreses mostraban sus conos diminutos aún incipientes. También el fresno del Maná comenzaba a mostrar impúdico sus flores tan profusas.Los castaños de Indias y su cohorte de variedades rosas, rosadas y amarillas ya comenzaban a deshojar aunque las panículas, esas inflorescencias que estarán exultantes dentro de apenas unos días, aún permanecían gestándose en las axilas de las hojas y casi imperceptibles desde el suelo que pisábamos. 
Pero los árboles no son solo sus hojas, ni sus flores, ni tan siquiera son la Primavera. Los árboles son también el Invierno o el Otoño porque muestran en sus cortezas pistas o señas de su identidad a modo de geografías personales y únicas —relieves de su personalidad— y que constituyen su especie. Las escamas, las fisuras,las grietas, las lenticelas, las láminas que se desprenden de ellos, son un elemento identificador complementario que nos puede ayudar a reconocerlos y a retratarlos para conocerlos mejor en aquellas estaciones en las que la hoja, ese órgano tan vital de los árboles y quizás tan característico,no sea presente porque el viento del Otoño se la llevó sólo él sabe adónde...

Éstas son pues, a salto de mata, a vuela pluma, algunas enseñanzas que recogimos de estos seres tan generosos. Y aprovecho para citar al escritor francés Jean Giono, aquel hombre que plantaba árboles, que decía que debemos compartir nuestra vida con estos seres aunque no sean humanos. Yo añado que probéis a abrazar un árbol, cuánto más grueso y corpulento mejor. Notaréis la fuerza y la energía que corre por su savia, la energía que emerge de sus raíces para nutrir su copa, o el calor del Sol recogido por sus hojas para saciar la tierra que nos sustenta.
Cedro del Atlas

Haya de hojas púrpuras

Tilo de hoja grande

Abeto rojo

Tejo