lunes, 11 de noviembre de 2013

Los cedros alucinados

Cuando la naturaleza titubea y teje su nido para pasar el invierno, cuando ya en los preámbulos del invierno la naturaleza mece a los árboles y a la vida en general en un estado de vagancia o de inactividad, existen otros árboles que, al margen de la mayoría, en una emulación discordante e inequívocamente contraria al curso de los días de nuestros parques y jardines, toman la iniciativa y como devorados por su particular arrobo o quizás escuchando las letanías de sus congéneres del Atlas marroquí, de las cordilleras de Áures, de Yebala, de Yebel Mesker, hacen del otoño europeo una excepcional parada nupcial africana.


No creas en lo que ves
porque lo que ves es fácil
que lo estés viendo al revés

Son los cedros. Son árboles abanderados de los parques vitorianos y de tantas y tantas ciudades españolas. Quizás nuestra cercanía a Marruecos, quizás nuestra mediterraneidad posibiliten un desarrollo adecuado en nuestro país aunque ya han sido plantados en los parques y jardines de todo el mundo. Sin ir más lejos,es una especie muy plantada en Madrid y nos hacen recordar,los cedros, que nos encontramos en una ciudad a orillas del mediterráneo.
El cedro es un árbol portentoso,de buenas proporciones. Es una pinácea también, porque tiene piñas. Piñas eréctiles, en forma de tonel o de barrica. Puede alcanzar los cuarenta y cinco metros de altura y alcanzar diámetros en sus troncos de cuatro o cinco metros, en el Atlas.
Podemos identificar el género fácilmente por la disposición de sus hojas en forma de acículas, perennes,reunidas en torno a mechones o hacecillos, y que dan una apariencia de pequeños escobones. En el centro de estas rosetas podemos descubrir las yemas que darán continuidad a los ramillos.
Las flores son unisexuales. Las masculinas nacen en las ramas más bajas y las femeninas se disponen en las ramas más elevadas y, por lo tanto, mejor expuestas a la polinización.
La floración tiene lugar entre los meses de octubre y noviembre. En esta época del año y acercándonos a sus ramas podemos observar su floración sigilosa y sobria aunque siempre fascinadora.
Las flores masculinas.Observad las acículas dispuestas en haces
Una característica muy notable son sus piñas, que como escribí más arriba recuerdan a barricas de vino. Están compuestas por numerosas escamas dispuestas entorno a un eje. En cada una de estas escamas, se dispone un par de semillas o piñoncitos alados que pierden rápidamente su capacidad germinativa una vez que se enrancian. Las piñas maduran a los dos años y pronto comienzan a desarticularse, en especial en los días húmedos, permaneciendo el eje desnudo y todavía visible en las ramas.
Es un árbol estéticamente muy apreciado, de gran nobleza por su tamaño pero también por sus significaciones culturales. En la juventud tienen un porte cónico que recuerda a los abetos aunque cuando maduran adquieren un porte singular y único, con su copa truncada y sus ramas largas ligeramente inclinadas hacia abajo. En ellos se establece una pugna de luces y sombras.
Piña. Se aprecian las escamas
Aún hoy existen cedrales en Marruecos y Argelia. No os los imaginéis en mitad de las dunas ni en los oasis sino en las montañas húmedas y mesetas elevadas con precipitaciones regulares repartidas a lo largo del año. Cuando no forma masas puras, aparece mezclado con nuestras encinas y sabinas ibéricas. No deja de ser emocionante como al otro lado de nuestro continente, en África, existen bosques de estos exóticos árboles compartiendo hábitat con nuestras encinas ibéricas. Quizás una confluencia de influencias dispares, quizás un pacto de intereses por la precariedad de los recursos que obliga a la convivencia en el mismo hábitat a ambas especies.

Escama con engrosamiento en su parte externa
Cedros en el parque de Arriaga en el otoño
























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