lunes, 28 de octubre de 2013

El jardín de Zulueta: Notas de algunas especies de plantas (I)



El jardín de Zulueta es un jardín discreto un poco oculto a los paseantes del paseo vitoriano de la Senda, “el salón”, por el que también se le conocía. Escribo una cita de un vitoriano de entonces, de familia conocidísima en #Vitoria, los Fournier, que dice: "En la Senda, bajo los corpulentos plátanos, se congregaba el señorío, algo apartado del pueblo, formando corros y tertulias y fisgoneando a los novios incipientes".
 Era un lugar propicio para el descanso.
Esta casa perteneció, como digo, a Julián Zulueta y Amondo que emigró a América, más concretamente a Cuba, y tornó rico, a Vitoria. Recibió el título de Marqués de Álava.
En La Habana poseyó grandes extensiones dedicadas al cultivo de la caña de azúcar. Fue un personaje rodeado de mucha controversia dado que se dedicó al comercio de esclavos, transportándolos en grandes barcos desde Cabinda, en la orilla septentrional de Congo.
Las escaleras que arrancan del vestíbulo principal.Al fondo bellas vidrieras con los escudos de la familia.

Los jardines en torno a las viviendas se popularizaron a comienzos del siglo XIX en Inglaterra sobre todo con la construcción de viviendas adosadas para las clases populares. La irrupción no solo de una clase proletaria numerosísima en torno a las ciudades industrializadas sino también de una cuantiosa burguesía que demandaba viviendas enmarcadas en un espacio más natural y humano lo hicieron posible. 
Todos quisieron tener su jardín aunque con percepciones diferentes.
Estos jardines también se popularizaron en Vitoria porque para las clases adineradas contar con elegantes viviendas con un jardín representaba la constatación de un ciertos estatus social. Y económico.
Este jardín del palacio de Zulueta es de estilo romántico o inglés, al contrario que los jardines racionalistas de origen francés. El estilo romántico, del que el vecino parque de la Florida es copartícipe en cierta forma se caracteriza por el predominio de la vegetación sobre el paisaje, de la línea curva sobre la línea recta, del exotismo orientalizante sobre las formas clásicas. ¿Cómo lograr este conjunto, cómo armonizar estas exigencias ayudándose de la vegetación así como del resto de elementos arquitectónicos? Pues en primer lugar partamos de la concepción de la naturaleza para un espíritu romántico, algo atormentado. En primer lugar la naturaleza la concibe como una fuente inagotable de energía que se difunde de manera arrolladora e irracional. Todos los elementos están contenidos de manera aleatoria, sin un orden prefigurado. Todo en la naturaleza obedece a una irracionalidad que incluye al individuo. El individuo se ve pues mediatizado por las fuerzas naturales, el agua, el viento, el aire, el fuego. Las simetrías desaparecen,todo se halla distribuido de una manera antojadiza y caótica imitando a la naturaleza. Para ello juegan un elemento importante los elementos no solo vegetales que integran el conjunto sino también los elementos arquitectónicos u ornamentales. No faltan las fuentes, las cascadas, las pérgolas, los templetes, los estanques. No es raro también que inmersos en un jardín percibamos aunque de manera somera otra época histórica–la Edad Media– nos sintamos transportados a otro marco geográfico —lejano oriente–. Los caminos que lo recorren, al igual que otros jardines del mismo estilo, son sendas sinuosas que de la misma manera que proporcionan una sensación de mayor extensión, invitan al paseante a la sorpresa o a la incertidumbre dado que desconoce qué hay a cada revuelta del camino. En estos jardines este caso es palpable. Además las puertas que dan entrada al palacio se hallan en los extremos, rehusando una entrada principal. Gracias a esta particular ubicación, si accedemos por una de ellas nos encontramos con un bosquete formado por tilos y castaños de Indias y tras unos pasos nos topamos repentinamente con la escalinata de acceso al edificio. Sorpresa e intriga una vez más. Aludí al bosquete. El romanticismo se inspiró mucho en ellos. El bosque como elemento vegetal simboliza, en mi opinión, el entronque de la sensualidad y lo meramente sensorial del Romanticismo con la realidad física que lo sustenta, lo significa, lo vivifica: la tierra.El jardín se convierte así en una sucesión de escenarios e incluso de ambientes cambiantes que se vertebran; el camino recoge la idea de la pusilanimidad del ser humano y  de su vulnerabilidad ante el dramatismo e imprevisibilidad de la naturaleza. Es además la fuente inagotable  de inspiración creativa. Esta idea complementa la idea que de la naturaleza tiene el Romanticismo y que ya comenté más arriba.
Imaginad una noche de invierno. El viento frío, las ramas desnudas y al través de ellas , la luna brilla como un disco de platino.
Los jardines románticos se pusieron de moda a lo largo del siglo XIX con las clases más acomodadas, y también con el retorno de los indianos que retornaron de las antiguas colonias españolas en América, Cuba, Puerto Rico…
Eran una realidad palmaria de su poder económico, de estar también a la moda. No es de extrañar que el espíritu veleidoso de estas gentes convirtiera a sus jardines en escaparates a la vista de los demás o en simples demostraciones de poder y riqueza…

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