Un roble quejigo en el alto de Armentia, en la atardecida. |
Estoy preparando un nuevo paseo con el centro de mayores del barrio de San Cristóbal en Vitoria-Gasteiz para conocer juntos algunas particularidades del bosque de Armentia, un parque forestal y recreativo que reúne 160 hectáreas de pura naturaleza. En él reside además el bosque primigenio y original que cubrió gran parte de la llanada alavesa. Es el roble quejigo su protagonista, este árbol mitad roble mitad encina tan propio del clima subcantábrico. Atávicamente, desde muy antiguo, fue empleado por el hombre para la obtención de leña y carbón, así que no es sorprendente encontrar árboles trasmochos, que recuerdan a las figuras de unos candelabros. Sus troncos recios, grises, cubiertos de diversas especies de líquenes sustentan sus ramas que antaño fueron amputadas pero que cicatrizaron y dieron una silueta especial a estos árboles. Es un parque desde un punto de vista florístico muy interesante.Alberga a una infinidad de especies de plantas que los acompañan y completan su séquito. No olvido a los mostajos, a los enebros, a las morrioneras, a los endrinos. En cuanto a aquellas plantitas más proclives al pisoteo del excursionista puedo recordar a la pulmonaria, al aro, al iris. También cumple su función recreativa. Existen montones de mesas para poder aprovecharlas y extensas campas en las que poder disfrutar de un día especial, lejos del mundanal ruido, de los claxones, de los estrépitos de la ciudad. ¿Y su papel protector? Nada desdeñable, por cierto, dado que este bosque salvaguarda el suelo protegiéndolo de las escorrentías y de la erosión dado el particular sistema radicular de este árbol.
Un árbol noble.Sí, ciertamente un árbol que ha llegada hasta nuestros días jadeante, exhausto, aunque con los suficientes arrestos como para continuar librando su lucha por su existencia y su supervivencia. Y es que este árbol, noble y tenaz, es un heroico vegetal que prevalece aún entre nosotros. Ha sido vilipendiado, explotado, arrinconado por las exigencias de la vida moderna, por los otros usos del hombre moderno que demanda nuevos espacios, cada vez más, para el mantenimiento de la industria, de los servicios, de las viviendas.
El quejigo, rebollo o gacico también en Álava es un roble de mediana estatura. Aislado crece a sus anchas, conforma una copa extensa, que da una sombra poca densa sin embargo. La corteza es grisácea, presentando ramificaciones en ocasiones desde la base en ejemplares agrupados, lo que origina un sotobosque denso.Las yemas son pequeñas, 3-5 mm. Las hojas son marcescentes, muy variables en tamaño y forma, obovadas o elípticas generalmente, margen dentado o lobulado incluso. Presentan un tomento al nacer pero desaparece rápidamente aunque lo conservan en el envés de la hoja. En Álava se sitúa en los cerros, en las laderas de los montes, allá donde aún a los hayas les resulta imposible sobrevivir por la ausencia de nieblas pero también donde el roble albar, más exigente en cuánto a humedad edáfica, no encuentra la suficiente, alojándose éste en las cunetas y zonas encharcables de la llanada central, es decir lugares como Olárizu, Aberásturi, Lubiano, Gobeo.
El gacico prefiere entonces los suelos calizos, con cierta sequía estival,aunque prefiere lluvias constantes a lo largo de todo el período anual.
Un roble noble.
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