El jardín de Zulueta es un
jardín discreto un poco oculto a los paseantes del paseo vitoriano de la Senda, “el salón”, por el
que también se le conocía. Escribo una cita de un vitoriano de entonces, de
familia conocidísima en #Vitoria, los Fournier, que dice: "En la Senda, bajo los
corpulentos plátanos, se congregaba el señorío, algo apartado del pueblo,
formando corros y tertulias y fisgoneando a los novios incipientes".
Era un
lugar propicio para el descanso.
Esta casa perteneció, como
digo, a Julián Zulueta y Amondo que emigró a América, más concretamente a Cuba, y tornó
rico, a Vitoria. Recibió el título de Marqués de Álava.
En La Habana poseyó grandes extensiones dedicadas al cultivo de la caña de azúcar. Fue un personaje rodeado de mucha controversia dado que se dedicó al comercio de esclavos, transportándolos en grandes barcos desde Cabinda, en la orilla septentrional de Congo.
Las escaleras que arrancan del vestíbulo principal.Al fondo bellas vidrieras con los escudos de la familia. |
Los jardines en torno a las viviendas se popularizaron a comienzos del siglo XIX
en Inglaterra sobre todo con la construcción de viviendas adosadas para las clases populares. La irrupción no
solo de una clase proletaria numerosísima en torno a las ciudades industrializadas
sino también de una cuantiosa burguesía que demandaba viviendas enmarcadas en
un espacio más natural y humano lo hicieron posible.
Todos quisieron tener su
jardín aunque con percepciones diferentes.
Estos jardines también se
popularizaron en Vitoria porque para las clases adineradas contar con elegantes
viviendas con un jardín representaba la constatación de un ciertos estatus
social. Y económico.
Este jardín del palacio de
Zulueta es de estilo romántico o inglés, al contrario que los jardines
racionalistas de origen francés. El estilo
romántico, del que el vecino parque de la Florida es copartícipe en cierta
forma se caracteriza por el predominio de la vegetación sobre el paisaje, de la
línea curva sobre la línea recta, del exotismo orientalizante sobre las formas
clásicas. ¿Cómo lograr este conjunto, cómo armonizar estas exigencias ayudándose
de la vegetación así como del resto de elementos arquitectónicos? Pues en
primer lugar partamos de la concepción de la naturaleza para un espíritu
romántico, algo atormentado. En primer lugar la naturaleza la concibe como una
fuente inagotable de energía que se difunde de manera arrolladora e irracional.
Todos los elementos están contenidos de manera aleatoria, sin un orden
prefigurado. Todo en la naturaleza obedece a una irracionalidad que incluye al
individuo. El individuo se ve pues mediatizado por las fuerzas naturales, el
agua, el viento, el aire, el fuego. Las simetrías desaparecen,todo se halla distribuido de una manera antojadiza y caótica imitando a la naturaleza. Para ello juegan un elemento importante los elementos no solo vegetales que
integran el conjunto sino también los elementos arquitectónicos u ornamentales. No faltan las
fuentes, las cascadas, las pérgolas, los templetes, los estanques. No es raro también
que inmersos en un jardín percibamos aunque de manera somera otra época
histórica–la Edad Media– nos sintamos transportados a otro marco geográfico —lejano
oriente–. Los caminos que lo recorren, al igual que otros jardines del mismo
estilo, son sendas sinuosas que de la misma manera que proporcionan una
sensación de mayor extensión, invitan al paseante a la sorpresa o a la
incertidumbre dado que desconoce qué hay a cada revuelta del camino. En estos jardines este caso es palpable. Además las puertas que dan entrada al palacio se hallan en los extremos, rehusando una entrada principal. Gracias a esta particular ubicación, si accedemos por una de ellas nos encontramos con un bosquete formado por tilos y castaños de Indias y tras unos pasos nos topamos repentinamente con la escalinata de acceso al edificio. Sorpresa e intriga una vez más. Aludí al bosquete. El romanticismo se inspiró mucho en ellos. El bosque como elemento vegetal simboliza, en mi opinión, el entronque de la sensualidad y lo meramente sensorial del Romanticismo con la realidad física que lo sustenta, lo significa, lo vivifica: la tierra.El
jardín se convierte así en una sucesión de escenarios e incluso de ambientes
cambiantes que se vertebran; el camino recoge la idea de la pusilanimidad del ser
humano y de su vulnerabilidad ante el
dramatismo e imprevisibilidad de la naturaleza. Es además
la fuente inagotable de inspiración creativa.
Esta idea complementa la idea que de la naturaleza tiene el Romanticismo y que
ya comenté más arriba.
Imaginad una noche de invierno. El viento frío, las ramas desnudas y al través de ellas , la luna brilla como un disco de platino. |
Los jardines románticos se
pusieron de moda a lo largo del siglo XIX con las clases más acomodadas, y
también con el retorno de los indianos que retornaron de las antiguas colonias
españolas en América, Cuba, Puerto Rico…
Eran una realidad palmaria de
su poder económico, de estar también a la moda. No es de extrañar que el
espíritu veleidoso de estas gentes convirtiera a sus jardines en escaparates a
la vista de los demás o en simples demostraciones de poder y riqueza…