Teresa, la de Jesús, de Cortés |
sábado, 7 de septiembre de 2013
Teresa la de Jesús y los corteses
Me levanté pronto, como casi todos los días. Pensé que el trabajo introduciría algún cambio novedoso en mi régimen horario pero veo que no. Así que tomé una ducha, me cepillé los dientes, salí a la calle. Tomé el coche y me dirigí a un rastro en el que se puede encontrar prácticamente de todo: peluches, sobrecamas, juguetes, discos, jaulas...y libros. He aquí mi sorpresa cuando nada más entrar en el local veo un libro de la editorial SM que llevaba ya unas semanas buscando. Lo había encontrado previamente en una página de artículos de segunda mano en internet, pero allí estaba, con la portada mirándome y como diciendo "aquí estoy, aquí me encuentro, esperando que leas la historia que yo guardo en mis páginas". Departí un rato con el responsable del establecimiento. Era un chaval atento, con una expresión algo risueña en su rostro. Y casualmente, él también había estudiado en los Marianistas de Vitoria. Así que libro, el que esto escribe y aquel que os comento, concurrimos inevitablemente en un espacio común: lo marianista. Reprodujimos recuerdos y anécdotas, profesores y alumnos, metodologías y protocolos a pesar de los años que nos separaban de nuestras respectivas promociones. Algunos profesores ya no estaban, ni siquiera fuera del colegio ya, ni en esta vida. Otros los habían sustituido en sus enseñanzas impartiendo sus lecciones quién sabe si con metodologías más novedosas, innovadoras. Todo cambia y todo evoluciona. Sin embargo, hay algo que no parerce haber mudado: los alumnos y exalumnos de marianistas tenemos un sesgo especial que se trasluce en el modo de pensar, en el modo de expresarse; compartimos unos valores, una ideología típica, no me refiero a la ideología "per se" sino a un modo de conducirse que nos vincula inevitablemente. Años de estudios, de compartir profesores y vivencias, que de un modo u otro, han reproducido patrones similares en nuestras conciencias, en nuestros modos de pensar y quizá, también, en las maneras de vivir al margen de las inclinaciones políticas o de los valores de cada cual. Supongo que ahí estriba la libertad de pensamiento; rasgo unívoco de una educación crítica, algo de lo que yo creo que se ha intentado trasladar a mi vida de estudiante en el colegio. Yo desde aquí, desde este blog sencillo, nada atípico, convencional y sin ínfulas de nada extraordinario, quiero recordar con gratitud a Miguel Ángel Cortés, religioso marianista y hoy, con un puesto de mucha responsabilidad en la familia marianista. Quiero recordar su preparación y sobre todo su dimensión humana, su devoción religiosa, su discreción y su entrega al trabajo como profesor. Impartía la asignatura de Religión, y oficiaba, en la capilla del colegio, las eucaristías entre otros sacerdotes. Creo que era una persona con una moral y unas creencias muy arraigadas, sólidamente cristianas. Creo que era alguien muy preparado, escrupuloso en sus quehaceres, y su capacidad de comprensión le llevaba a mirar alto.
Disculpad mi tan larga digresión, vuelvo al libro en cuestión, que espera con ansiedad y desasosiego que yo lo cite, que le ponga nombre y rostro.Se intitula "Teresa, la de Jesús", del viñetista y colaborador de la editorial José Luis Cortés y cuyas ilustraciones resultarán familiares a todo aquel que estudió en los "marias".
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