Los sucesos acontecidos en la capital de Burgos en los que un barrio entero —Gamonal— se alzó contra el proyecto urbanístico que pretendía levantar un aparcamiento en superficie me recordó a un libro de Miguel Delibes titulado "El tesoro". Este libro transcurre en un pueblo casi homónimo, Gamones, un pueblo inserto en la provincia de Zamora. Allí un grupo de arqueólogos de la mano de la Dirección general de Bellas Artes es destinado hasta allí. Todo comienza con la aparición de una tinaja en un cortafuegos por parte de don Lino, un vecino del pueblo colindante, Pobladura de Anta. A partir de este momento este grupo de arqueólogos formado por tres estudiantes universitarios viaja hasta allá desde Madrid. La importancia del hallazgo es notoria porque sirve para establecer o dirimir si esta zona de la península estaba bajo la influencia del mundo celtíbero o estaba más próxima a los castros muy frecuentes en Galicia.
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Portada del libro de Miguel Delibes |
De la mano del Subdirector General, Paco, llegan al pueblo y comienzan las excavaciones que prontamente comenzarán a revelar grandes hallazgos. El pueblo es mayoritariamente hostil y se pronuncia claramente en contra de ellos. Verán en estas intervenciones una declaración de entrometimiento, una clara injerencia en lo que son sus tierras y "su tesoro". Desde un primer momento este ajuar compuesto por "torques, brazaletes y broches" tendrá un significación cambiante. Oscilará entre un tesoro apreciadísimo y riquísimo desde un punto de vista mercantil o unas piezas trascendentales no solo por su belleza sino por su importancia cultural y arqueológica. Es entonces cuando un deseo codicioso pugnará con un interés altruista o meramente profesional. Ambas ópticas oscilarán a lo largo de toda la novela. El nivel cultural de los protagonistas y su rango social limitarán ambas percepciones. No solo eso. Al mundo cosmopolita y urbano se le opone un mundo rural,anquilosado en la tradición. Delibes procurará intencionadamente la colisión de ambos mundos. Por un lado, los arqueólogos y por otro los habitantes de Gamones. Pero entre ambos, la Administración mediará en el enfrentamiento y en vez de apaciguar los ánimos, propiciará un desenlace aciago y fatal: la destrucción del yacimiento por parte de los vecinos de Gamones.
En una de las páginas de este precioso libro de Miguel Delibes, enmarcado hondamente en Castilla y su cohorte de problemas como el abandono de sus campos, la falta de instrucción de sus habitantes, los males del campo...Delibes narra a través de algunos pasajes ambos mundos que ni se miran siquiera como dos astros que cruzan sus órbitas de manera casual y fugaz. En unos de estos pasajes se nos muestra el mundo rural casi onírico, envuelto en una paz y una plenitud que pone los pelos de punta: La señora Olimpia
"...acuclillada ante el fuego, de espaldas a la mesa, se irguió lentamente y dio media vuelta. Sus mejillas congestionadas, reflejaban el ardor del hogar, donde las brasas del roble iban apagándose poco a poco, transformándose en rescoldo. Tomo del fogón una fuente de patatas fritas y la puso en el centro de la mesa camilla donde ellos comían con apetito, sujetando el hueso con los dedos, unas chuletas de cordero. Sobre la cabeza de Fíbula se abría un ventano a través del cual se adentraban tenues cacareos de gallinas y el metálico quiquiriquí de un gallo." No deja de ser una escena costumbrista y muy evocativa del mundo rural. Pero en el lado opuesto el mundo urbano subyace por boca de los arqueólogos que, mientras comen, discuten sobre la conveniencia o no de ser padre cuando ambos cónyuges trabajan y la problemática que ello acarrea. De hecho, uno de ellos, Fíbula es ya padre a una edad temprana y la señora Olimpia mira la conversación atónita.
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Detalle de la portada. Broche celta de Tara (siglo VIII) |
La Administración o la burocracia estará representada en la figura de Carlos Peña, Delegado Provincial. Es la imagen del poder administrativo, arriscado a las leyes, y que denotará en su proceder y en su lenguaje una prepotencia que será la que soliviantará aún más a los vecinos de Gamones.
Ya al final del libro, uno de los arqueólogos, Cristino, ya de vuelta y tras comprobar la destrucción del yacimiento afirma: "—Esto, como todo, es un problema de escuelas."
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Gamones en los montes de Izquiz (Álava) |
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